3 tipos de deshidratación y sus causas
Los seres humanos requerimos consumir diariamente entre 1,5 a 2,5 litros de agua para poder sobrevivir. El agua es fundamental para que el cuerpo pueda cumplir con sus funciones vitales y cuando no la recibe, el organismo se resiente y comienza a tener fallos en su funcionamiento. La deshidratación es peligrosa y todos estamos expuestos a ella, por lo que vale la pena aprender a distinguir los síntomas y las causas de cada uno de los tipos de deshidratación.
¿Qué es la deshidratación y cómo se produce?
El cuerpo humano utiliza agua para procesos vitales como regular la temperatura y eliminar impurezas. En consecuencia, el agua utilizada por estos procesos se excreta por diversas vías. Por ejemplo, perdemos líquidos través del sudor, la orina, la piel y pulmones. La cantidad de líquido utilizado puede verse afectada por las condiciones externas. Por ejemplo en verano que hace tanto calor, las pérdidas de líquido por el sudor aumentan exponencialmente pues el cuerpo lo necesita para mantener su temperatura; los mismo ocurre, cuando se hace ejercicio vigoroso y prolongado.
Cuando ese balance entre el agua que se consume y que se pierde se rompe, hablamos de deshidratación. Los síntomas más comunes son sed intensa, malestar general, fatiga,dolor de cabeza, pérdida de apetito, entre otros. Pero no todos los niveles y tipos de deshidratación son iguales, pues no tiene el mismo impacto en el organismo el tener un poco de sed y dolor de cabeza porque el día está caluroso, que haber pasado un día entero perdido en un desierto sin nada que beber. Por esta razón la deshidratación se clasifica a nivel clínico en 3 tipos.
Tipos de deshidratación
La deshidratación de un individuo se puede evaluar de 2 formas, teniendo en cuenta la cantidad de líquido perdido y según la pérdida de electrolitos. De este modo, según la velocidad en que se pierde líquido podríamos afirmar que hay deshidratación rápida, en la que la persona pierde líquidos mucho más rápido de lo que puede recuperarlos. Los síntomas son más graves y evidentes. La deshidratación lenta es mucho más gradual, el organismo reacciona mejor y es más sencillo tomar acciones correctivas para compensar a la persona.
Según la pérdida de electrolitos, hay 3 tipos de deshidratación:
– Deshidratación Isotónica:
Hay una pérdida equilibrada de agua y de solutos. Se puede apreciar una disminución de volumen: la piel se ve más seca, los ojos lucen hundidos y se ven ojeras. Es común en personas que han sido atacadas por enfermedades gastrointestinales leves o que han consumido diuréticos de forma inadecuada o si hace demasiado calor y se suda en exceso. La solución es simple, pues se pueden tomar bebidas isotónicas o sales de rehidratación oral.
– Deshidratación hipertónica
Hay una pérdida de agua que supera a la de los solutos. Por esta causa, se descubre una concentración de electrolitos que puede manifestarse por un nivel elevado de sodio en la sangre. Esto puede ocurrir por procesos febriles intensos, al exponerse mucho tiempo al sol sin tomar líquidos. Los síntomas más comunes incluyen sed, fiebre e irritabilidad. Los niños, ancianos y personas embarazadas son propensos a sufrir este tipo de deshidratación. Puedes prevenirla consumiendo más agua cuando hace calor, estás expuesto al sol o tienes fiebre.
– Deshidratación hipotónica
En este tipo de deshidratación se pierden más electrolitos que agua. Es poco frecuente y se diagnostica al medir el sodio en sangre, que se mostrará en niveles más bajos de los normales. Las personas más propensas a sufrir este tipo de deshidratación son deportistas y personas que trabajan exponiéndose a condiciones ambientales muy extremas. También puede presentarse en enfermedades que produzcan vómitos y diarrea o problemas renales en los que se pierde sodio.
¿Qué causa la deshidratación?
Es muy sencillo deshidratarse. Algo tan simple como no beber agua porque se está ocupado, porque no hay acceso al agua potable o porque no te gusta tomar agua, puede desencadenar un cuadro de deshidratación más o menos grave, sobre todo cuando se pierde el hábito de tomar agua. Otras causas que pueden acelerar el cuadro de deshidratación son:
– Diarrea y/o vómitos: la diarrea agua implica una pérdida violenta de agua y electrolitos. Si esto se combina con vómitos, entonces la pérdida de minerales y líquidos se empeora. Es una condición de cuidado y se debe buscar atención médica si persiste por mucho tiempo o de inmediato en el caso de niños, ancianos y madres lactantes.
– Fiebre: a mayor temperatura, mayor el gasto de agua del organismo para mantenerse a salvo y regular la temperatura. Peor aún si hay otros síntomas como diarreas o vómitos.
– Sudoración excesiva: si hace demasiado calor, si se hacen actividades físicas vigorosas y se aumenta la transpiración, es imprescindible reponer líquidos en la misma proporción; sobre todo si hay calor y humedad.
– Micción excesiva: es posible dehidratarse si se aumenta la necesidad de orinar, por una diabetes no tratada o por tomar medicamentos como diuréticos o reguladores de la presión arterial. Es importante tomar líquidos para reponerlos.
¿Cuánta agua tomar?
Eso de tomar 8 vasos de agua al día tiene algo de mito, pues la cantidad depende de tu peso y edad. En condiciones normales un adulto debería tomar 35 ml de agua por cada kilo de peso, mientras que en niños pequeños son 50 ml por kilo y llega a 150ml en lactantes.
Es importante extremar las precauciones si se está enfermo, en el exterior o haciendo ejercicio. Tomar agua es un hábito simple, saludable y que hará una gran diferencia en tu vida diaria. La próxima vez que te duela la cabeza de la nada o te sientas sin energía, prueba tomar un vaso de agua helada. Puede ser todo lo que necesitas.